viernes, 29 de octubre de 2010

¿Jugamos?


Suena el portero.
Por fin. Llevo desde que me dio la primera nota esperando este momento. “No pienses que aquí ha acabado todo. El juego va a comenzar, si te quieres divertir, mañana a las cinco tendrás que salir cuando el timbre escuches sonar y al portal tendrás que bajar. Allí el primer regalo encontrarás. Pero tarde no podrás llegar o si no eliminada quedarás”
Empiezo a bajar las escaleras corriendo, como si me fuese la vida en ello. Llego al portal y allí me espera una bolsa verde pistacho y pegada a ella un papel. “ Si el principio de esta historia quieres saber, a la puerta de una casa muy lejos de la tuya tendrás que llegar, y el segundo regalo allí estará”.
Empiezo a reírme como una tonta y veo algo envuelto en papel pinocho rosa fucsia con un lazo del mismo verde que la bolsa. Un peluche precioso y dentro otra nota. “Ya que yo no estoy en tu cuarto cuando te echas a dormir, te regalo este peluche, que se haga pasar por mí.”
Subo corriendo las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi casa, suelto esta bolsa y salgo otravez en busca de la siguiente pista.
El día que empezamos a salir, él no me dijo en ningún momento “quieres salir conmigo?” sino que nos empezamos a querer, y un día nos dimos un beso. Y desde ese día nos damos besos y nos queremos. Pues el primero de todos, fue en la puerta de una de mis mejores amigas. Sí, allí. Corro lo más que pude con una sonrisa que no me cabe en la cara. Le saludo a todo el mundo y abro la cancela de su patio delantero. Allí hay otra bolsa con otra nota pegada. “Tendrás que ir a ese centro comercial, A White en inglés te deberás pasar, a la caja te tendrás que acercar, y enseñando este tiquet y diciento tu nombre tu tercer regalo te darán”
Y otra carcajada. Joder, como le quiero. Por un momento pienso en llamarle, pero no, salgo corriendo hasta el centro comercial. Unos hombres de una heladería me ven pasar y se ríen, casi como yo lo hago. Me espero en las escaleras mecánicas hasta que veo “Blanco”. Y entro sonriendo. “Perdone, quizás le suene a locura pero vengo a recoger un regalo…” Y de pronto la dependienta también sonríe.Pero una sonrisa bonita, de las de verdad. Me pide mis nombres y apellidos, acompañados del tiquet. Me da una bolsa con otra nota. “Ahora ciudad es tu destino, la carretera de la derecha es tu camino, hacia un parque que ya has estado, hallarás tu cuarto regalo. Si por el mundo te gusta viajar, aquel sitio tendrás que encontrar, así que atenta debes estar. Entre los arbustos verdes buscarás y allí tu regalo se hallará”
Y me emociono. Joder, parece que estoy metida dentro de un libro o mi película favorita. Le quiero. Mucho, muchísimo.
Empiezo a buscar y no encuentro por ningún sitio, voy hacia un parque y nada. Los chicos de la heladería me miran esta vez con intriga. Y de pronto me acuerdo de aquel parque al que vamos muchas veces. Corro, y aún cansada, tengo ganas, y ganas. Y cuando lo veo de lejos sonríe. Está sentado en un banco con una rosa roja. Un abrazo y un beso. Largo, tierno, suave, suyo y mío, caliente, con los ojos cerrados, entre medio de dos sonrisas, y emoción. Reímos y nos contamos como ha ido todo. Y aquí mi cuarto regalo.
Pero ahora no acaba el juego.
Lo único que ha hecho es empezar.

Y volaron las hojas secas de los árboles.

©Alejandra

martes, 26 de octubre de 2010

Perdóname si hago lo que realmente quiero, lo que necesito.


Te juro, de verdad, que como la madera se desmorone, se rompa, se queme, se muera… correré kilómetros de distancia para grapar cada uno de los trozos, hasta que esté entera. Hasta que vuelva a sentir.

©Alejandra

sábado, 23 de octubre de 2010

¿Tú lo intentarías?


- Pero yo no tenía la oportunidad. Tú la tienes, ella te quiere. Tú a mí ya no me querías...
+ ¿Cómo sabías que no te quería?
- Me dejaste.

©Alejandra

jueves, 21 de octubre de 2010

No importa lo lejos que estemos, si sacas la cabeza por la ventana, estaremos viendo la misma luna


La luna está en su máximo esplendor esta noche
Aún suena esa frase en mi cabeza como aquella canción que me cantaba mi padre de pequeña. Esa frase que fue dicha tantas veces y tantos días. Otra vez. Resuena como una gota en el cuarto de baño, en medio del silencio. De pronto recuerdos. Un helado, un vaso, una foto, un tú, una luna. Y las carcajadas que hicieron de banda sonora aquella noche. Da miedo como una simple frase sin ningún significado aparente trae tanto.
Se vienen demasiadas preguntas. Tengo ganas de volver. Allí me dejé mi maleta, un trozo de mí; y mi luna. Eso es, me dejé mi luna, y parece ser que aunque sea la misma, desde allí se ve más libre.
Al fin y al cabo, eso también es amor.
Pescaré la luna desde mi ventana y la meteré en un cajón para ti.
O aún mejor, la pescaré desde la tuya.


©Alejandra

domingo, 17 de octubre de 2010

Baja las escaleras de dos en dos, y al final, salta los tres últimos escalones.

Se pone bien la camiseta y va a mirar si hay correo. Abre el buzón y caen cientos de sugus de colores. De pronto se empieza a reir a carcajadas y se echa las manos a la cara. Sonríe mientras los guarda todos en el bolso, no quiere que se quede allí ninguno. Ve una carta al final, en un sobre beige con un sugu azul dibujado. Se sienta en el suelo y se mete un caramelo en la boca. Empieza a leer, mientras se ríe como si no hubiese nadie más allí. De pronto se le saltan las lágrimas y sigue riendo. Se levanta de golpe y, como si estuviese siguiendo instrucciones de un juego, se seca las lágrimas con la manga de su camisa y abre una caja que hay detrás de una columna. La abre nervisa y dentro hay más sugus. Y al final, otra carta. De pronto, se echa a llorar. Dios, como le debe de querer el chico de los sugus. Lo que le debe de querer ella a él.
Ahora se levanta y corre hacia no sabe dónde, dejando caer algunos de esos caramelos que guardan todos esos secretos. Los suyos.
©Alejandra

jueves, 14 de octubre de 2010

¡Ring, Ring!


Acaba de sonar el despertador y cierro los ojos. Siempre he pensado que cuando te despiertas eres tú quién eliges como puede ser el día. Puedes andar callada, sin dar ni si quiera señales de que te has despertado y encerrarte en tus problemas o sacarlos afuera de alguna manera, que aún así van a seguir haciéndote daño.
O simplemente puedes despertar y sonreír, levantar la persiana y pensar que eso no es un problema. Que lo tuyo no son problemas comparado con las miles de personas que no les queda voz para chillar, ni lágrimas para llorar… ni amor.
Pero hoy ha sonado el despertador y ya no quedaba nada. Ni tú, ni el ruido. Silencio. Ni un puto microondas calentando el café de ayer. Nada. Los tacones de la noche anterior andaban debajo de la cama, los libros encima de la mesa y mis ganas de hacer de eso un buen día estaban tiradas por el suelo.



©Alejandra

domingo, 10 de octubre de 2010


-Me dijeron que estabas aquí y viene lo más rápido que pude
+No deberías haber venido…
-Ya… y tampoco debería quererte, y lo hago todos los días.


©Alejandra

martes, 5 de octubre de 2010

Y después de estudiar..


Estudiar, estudiar. Y más tarde, estudiar. Agobio. Ganas de salir, de acabar, de vacaciones. Y de pronto el móvil vibra. Me giró, miro hacia la estantería, y la luz está encencidida. “¿Cómo va esa tarde? Estás en tu casa sobre las 20:30?” Y una sonrisa pegada a aquella simple respuesta. Y acabo de estudiar sonriendo. Una ducha rápida y después una visita. Martes. Jamás salgo entre semana, pero hoy ha venido un poco a mi portal. Para despejarme. Para despejarnos.
Unas ganas de quedarnos allí más tiempo. Y carcajadas, besos, abrazos, frases y él. Y al salir por la puerta, se llevó mis palabras. Ahora son suyas.

-Bueno y dime, ¿qué vas a hacer este fin de semana?
+Echarte de menos.



©Alejandra