Pedimos mesa para dos (yo nunca había pedido mesa para dos) y nada más sentarnos apagó su móvil y después pidió que apagase el mío. Realmente no sabía qué estábamos haciendo, y de pronto me cogió la mano izquierda y me desabrochó el reloj.
"Se acabó eso de mirar constantemente el tiempo que nos queda"
Y tenía razón. Desde entonces nos queda todo el tiempo del mundo.
©Alejandra
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sin palabras.
ResponderEliminarDebería haber botones de "Me gusta" en cada entrada que escribes
ResponderEliminarmuchísimas gracias chicas!!
ResponderEliminardebería haber botones de "me gusta" para cada comentario que hacéis, de verdad:)