Las parejas de hierro nunca me han gustado porque acaban siempre oxidándose. Y aunque intentéis quitar el óxido siempre queda algo abajo, y eso es jodido.
Las parejas de hierro se forman a partir de que el amor desaparece. Y como ya dijeron una vez ¿Sabéis lo peor del amor cuando se acaba? que se acaba. Pero ellos se empeñan en que no, que hay que seguir juntos.
Pues bien, de una pareja de hierro venía hoy a hablar.
Ellos viven en una burbuja en la que
para ellos el amor es lo de menos, y estar juntos, queriéndose, lo de más.
Son
capaces de superar cualquier barrera, y eso de que juntos pueden con cualquier
cosa, porque creedme, que es
verdad. Las peleas, los baches, eso de tropezarse
ya no es un problema para ellos. De tantas veces que ya lo han hecho se vuelven inmunes. "Somos de hierro, podremos con todo", pero no, no podréis con todo sino aguantaréis todo.
Ellos dicen que se quieren, se dicen cosas bonitas al oído, se escriben cartas, no pueden vivir
sin el otro. Ya no: dependencia.
Incluso han
retado hasta el tiempo y el espacio, sin darse cuenta de que el amor no
entiende de eso.
Y a
veces los ojos no sonríen, quizás esas veces son ellos los que lloran. Y aunque
parezca que el cielo se le cae encima, son la pareja de hierro. Pueden con
todo.
La
lluvia no les moja, ellos ya lo hacen solos.
El sol
no les calienta, ellos ya lo hacen solos.
Dependencia.
Necesidad.
¿Amor? No. Eso no es amor.
Aunque él es para ella, ella es para él.
No
quieren nada más, no pueden vivir con menos.
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