sábado, 30 de julio de 2011

Toda una vida, le dijiste.

"Te amo, y voy a hacerlo durante todo el tiempo del mundo. Y más"
Recuerda esas palabras como ladrillos en su cabeza. Hacen eco. También recuerda que aquella tarde, al escucharlas, se le saltaron las lágrimas. Estaban sentados en su cama, en silencio, y ella sonrió. Él fue a besarle, y a dos milímetros de su boca se lo dijo. "Te amo, y voy a hacerlo durante todo el tiempo del mundo. Y más". Así sin más. Una promesa que no quería que se quedara en el aire. Estaban enamorados, eran felices. Creedme, lo eran.
Fueron buenos tiempos, y saben que van a venir mejores. Pero a veces recuerda esas quince palabras que hicieron de ella la persona más feliz de la tierra.
Hoy se le llenan los ojos de lágrimas al recordarlo, como aquella tarde. Pero no por el dolor que hacen, sino más bien por lo feliz que fue después de que se las dijera. Fue aquella promesa. Sonríe, quizás porque ahora se da cuenta de que aquel día se le llenaron los ojos de lágrimas porque sabía que él no era capaz de cumplirla.

©Alejandra
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jueves, 28 de julio de 2011

Decían que el cielo estaba más alto allí.

Sin embargo, ellas tocaron las estrellas.
Bailaron, conocieron, cantaron, bebieron, lloraron pero también rieron. Comieron, fueron y vinieron. Por una noche, hasta olvidaron quienes eran y donde estaban. Por una noche, no les importó.

©Alejandra
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lunes, 25 de julio de 2011

#2. Secretos

Ella le echaba de menos, mucho. Tanto que ya no distinguía en que día de la semana estaba.
A veces echaba vinagre a la comida, cuando tenía que echar aceite. Y hubo una vez a la que le echó al bizcocho sal.
Le dolía el cuerpo, se sentía con sueño. Ya no tenía ganas de llorar, la verdad. Pero se sentía vacía, llena de agujeros, aquellos que había dejado él al dejarla.
Pero un martes, después de un mes, sus amigas le dijeron de ir a cenar por ahí, todas, hablar, tomar algo y después irse a dormir al camping de una de ellas. Vivir, disfrutar. El día siguiente lo pasarían allí y por la noche volverían a sus casas, donde le esperaba la realidad, sus padres, su verano, pero también sus problemas.
Esos dos días fueron geniales, le hicieron olvidar la razón por la habían ido, por que sí, eso también lo habían olvidado. Fue feliz. Sí, y lo podía decir bien alto.
Supongo que buscó olvidar en aquel beso, y lo hizo. Le olvidó al menos por dos días, dos días maravillosos.Sintió mariposas una vez más al ver a una persona, y la cara de tonta cuando le sonreía.
Cuando volvían en el autobús, acordaron que lo que pasó allí, allí se quedaría, junto a las botellas y los paquetes de tabaco vacíos.
Llegaron, cogieron sus mochilas, y rieron. Supongo que nada más que la suela de sus zapatos tocaron el suelo de sus casas, volvieron a la normalidad, solo que un poco con mejor humor. Necesitaban estar un día así, todas, juntas, siendo felices.
Todas siguieron sus vidas, y siguieron hablándose con los chicos de la noche anterior, a los que le regalaron un beso.
En cambio ella, al despertar la mañana siguiente sintió una punzada en el estómago, y otra vez dolor en su cuerpo y sueño, aunque no ganas de llorar. Pero sus amigos le hicieron pasar ratos increíbles y poco a poco le hicieron olvidarse de él.
Lo que no sabían en que durante dos días fue feliz, y volvió a sentir mariposas en el estómago. Ahora, cada vez que se acuerda, sonríe.
Pero lo más bonito de todo, no fue que durante esos dos días que pasó allí fue feliz. Sino que pensó que ya no volvería a estar triste.

©Alejandra
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Todas las historias referidas a "Secretos" son inventadas por mí. Cualquier semejanza a la realidad es mera coincidencia. En especial a todos vosotros, gracias por leerme :)

miércoles, 20 de julio de 2011

#1. Secretos

Sentía una punzada en el estómago porque sabía que lo que hacía estaba mal, pero no se arrepentía. Eran la una de la mañana, así que extendió la manta, la llenó de pequeñas velas y abrió una bolsa de patatas mientras se sentaba a esperar que llegase.
De pronto alguien se tiró encima y se empezaron a reír. Sabían que no podían estar juntos, que nadie les podía ver, pero eran felices. Así, con su secreto.
Se bañaron en el mar y cuando salieron comieron chocolate. De pronto, ella se tumbó y sonrió mirando las estrellas. Él se sentó a su lado y le preguntó en qué pensaba.
- En ti. En mí. En todos. En que esta noche ha sido fantástica y me da rabia que solo sea eso, esta noche. Después volverás y seguirás fingiendo que le quieres a ella, y bah. Esto es una gilipollez. Nos estamos equivocando- Dijo ella sin despegar la vista de las estrellas, sin mirarle.
+ Soy feliz contigo.
- ¿Y con ella? No te entiendo, de verdad, no podría ser como tú- Y se levantó. Apagó todas las velas y empezó a guardarlas en su mochila.
+ ¿Estás enfadada? Siempre has sabido lo que suponía que quedáramos hoy- Dijo con voz de enfado, pero triste.
- Ya, sabía que no podía enamorarme- Siguió recogiendo.
+ Y yo lo he hecho.
Entonces ella se quedó callada, delante de él, con los ojos encharcados en lágrimas, pero que gracias a la oscuridad de la noche no se podía apreciar. Rió.
Él se acercó y le dijo:
+ Perdóname si esto te está haciendo daño, si quieres no nos vemos en un tiempo y.. no sé.
Y entonces, justo entonces, ella le besó, sonrió, asintió, y se fue.

©Alejandra
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lunes, 18 de julio de 2011

Hoy escribe él

"Tras perder
la última carrera
la liebre abandonó la competición
se casó con una coneja millonaria
e hizo que le planchen
cada arruga.
Por las mañanas
descansa en su mansión
y algunas veces suspira solidaria
mientras desayuna
sopa de tortuga."

Carlos Salem.

viernes, 15 de julio de 2011

El ruido del adiós revienta en mis oídos

Esa noche se acostó con el miedo pegado a las sábanas.
Se tapaba porque tenía frío, y más miedo tenía.
Te estaba esperando, y esperó hasta que desesperó.
Un escalofrío parte sus pensamientos en dos, y sus ojos se quiebran en lágrimas.
Esa noche se acostó con el miedo pegado a las sábanas, y al despertarse, tú no supiste quitárselo.

©Alejandra
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martes, 12 de julio de 2011

Empezamos siendo unos desconocidos


Y nos sentamos juntos en aquel avión, te enseñé matemáticas, y fuimos felices, los dos, nosotros.
Ahora no somos nosotros, y eso escuece más que ácido sobre una herida.
Nos quería así, juntos. Mucho más que alguien que te regale ochenta ticoticos. Aunque ese alguien fuera yo.

©Alejandra

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domingo, 10 de julio de 2011

A vosotros pocos, gracias por ser mis escaleras

¿Sabéis qué? Que las cosas se joden, se estropean. Que las tartas y los libros se acaban, las bombillas se funden y las parejas terminan.
Pero esto no es nada más que despertarse de madrugada y ver que aún me queda mucho por dormir, aunque me encantaría quedarme despierta.
Gracias. A todos. A las que estáis aquí, y a las que no. A las que se han preocupado y me han hecho sentir alguien. Gracias a vosotros soy lo que soy.
Y sé que me voy a caer en un agujero super hondo. Y que me va a costar mucho salir a la superficie, pero también sé que vosotros sois las escaleras que me harán subir.
Me dijeron que viviera el momento, y ahora mi momento sois vosotros.
Os quiero millones chicos.

©Alejandra
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sábado, 9 de julio de 2011

Hay días que es mejor fumárselos

Pero ayer no supe distinguir si era ella quién se fumaba el día, o era el día quién se estaba fumando a ella.
En todo caso, el día acabó lleno de humo,
y mal.

©Alejandra
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lunes, 4 de julio de 2011

Se les veía felices

Hay un momento en el que te das cuenta de no te importaría quedarte así años sin moverte, que no necesitas nada más. Que aunque te rodeen brazos, te sientes libre. Que no hace falta que te digan "te quiero" para sentirte querida. Ni siquiera sientes ni hambre, ni frío, ni miedo, ni sueño. No te importaría quedarte así, como estás, ni más ni menos.
Pues hubo un momento en el que ella se dio cuenta de que no le importaría quedarse así años. Pero entonces miró un poco hacia arriba y sonreíste. Y se dio cuenta de que no, de que se quedaría siglos.

©Alejandra
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