domingo, 30 de octubre de 2011

Las historias de amor están llenas de mentiras

Pero, ¿quién no ha mentido alguna vez?
¿Sabéis que es lo peor del amor cuando se acaba?
Que se acaba.

lunes, 24 de octubre de 2011

Y se perdieron.

Se ha dado cuenta de que los besos con prisa son los más lentos. De que los cigarros que mejor saben son los que se encienden con una cerilla, y que las películas son más bonitas si llueve fuera y tienes a alguien a tu derecha. Que si le piden razones solo sabrá dar tu nombre. Se ha dado cuenta de que las pizzas están más buenas frías por la mañana, y que porque se acabe la pila del reloj, el tiempo sigue pasando.
Bueno, y que se han perdido, y no quieren encontrarse. Aún sabiendo que lo harán.

©Alejandra
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lunes, 17 de octubre de 2011

Siguen teniendo algo en común

Una vez dijo que a pesar de que no estaban de acuerdo en muchas cosas, y sus diferentes formas de sentir y verse, de sus peleas y reconciliaciones, tenían algo en común. Y es que estaban locos el uno por el otro.
Y ahora quizás tampoco tienen tantas diferencias, quizás piensen de manera parecida, pero siguen teniendo algo en común. Y es que ya no se piensan por las noches.

©Alejandra
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miércoles, 12 de octubre de 2011

Fueron solo tres segundos.


Sube las escaleras. Las luces están apagadas. Todos estaban nerviosos; ella más. Se sitúa en medio del escenario, por fin. Es feliz. Por un momento le entran ganas de llorar de emoción, pero no le da tiempo. Se enciende un foco azul, azul eléctrico. Ella está en medio del escenario y camina para coger el micrófono. Las piernas le tiemblan y sus tímidos labios dejan ver unos dientes perfectos. Esta nerviosa , es su primera vez.
Por un momento se le olvida el monólogo de antes de la primera canción. Por un momento se piensa si echarse a reír. Solo ve siluetas negras bajo el escenario; están sonriendo, lo siente.
Tardó exactamente tres segundos en caminar hasta el micrófono pero sintió más que en muchas horas. Se da cuenta de que no lleva el colgante de clave de sol que le regalaron, y que no le ha mandado el mensaje a su amiga diciéndole que ya va a empezar. Pero de pronto el ruido cesa, y la luz sigue ahí, en el micrófono, esperándola.
Se da la vuelta y allí siguen ellos. Están esperando con sus guitarras, sus voces y sus ganas de que empiece a hablar para tocar. Ella les podría haber dicho lo feliz que les han hecho durante los ensayos pero no le sale la voz de la emoción. Después de tantos años está ahí, con ellos. Se miran ellos dos. Él a ella. Ella a él. Sonríen. En todos los grupos en los que todos son chicos menos una chica es porque hay o habrá una pareja. Esa es la única razón por la que se unen, y la única por la que se separan. Pero ahí no había ninguna pareja. Aún.
Llega al micrófono tres segundos después de subir las escaleras, y lo siente. "Buenas noches a todos, mil gracias por venir. Es mi primera vez, perdonad a los nervios. Esta canción va sobre mi, y esas cosas que se hacen por amor" Y todos empiezan a aplaudir.
Él sonrió y se puso con su guitarra al lado de ella.
Todo lo demás lo hizo el amor y la música.

©Alejandra
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sábado, 8 de octubre de 2011

Rétame

Pensé que no lo volverías a hacerlo. Me hace gracia, en serio, por primera vez me has sorprendido.
Indirectamente creo que te reté a hacerlo, y tú me retaste a que me equivocase.
Pero ahora voy a ser yo la que te rete a equivocarte.
Mete la pata, jódelo todo, cómprate un billete avión de ida sin vuelta. Rompe las reglas, haz el ridículo, deja todo por alguien, miente. Quiere. Y después vuelve a equivocarte. Conoce, viaja, pasa de mi por un tiempo. Ódiame. Acuestate en muchas camas, pero amanece solo en la tuya. Piensa que a veces el caos es un arte. Escríbeme. No creas a nadie. Creete todo. No te cases. Pero aprende de todo eso.
Y después vuelve.
Y rétame a quererte.

©Alejandra
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domingo, 2 de octubre de 2011

#5. Secretos

Fue como un día de lluvia sin paraguas. Como tu CD favorito rayado. Como una película de amor que ves sola. Como tener sed y no que no quede agua.
Esta vez era él quién caminó durante cinco minutos sin rumbo. Y pensó. Hacía tiempo que no pensaba en lo que estaba haciendo, y ya era hora. Pensó en él, en ellas, y también en "ella", en la única chica que había conseguido querer, pero que dejó por las demás.
Ella estaba en el sofá de su casa con sus amigos viendo una película y riendo a carcajadas. Ya se olvidó de él, por fin. Hacía tiempo que no era así de feliz.
Él siguió caminando y cuando pasó por debajo de la casa de ella se dio cuenta de como habían cambiado las cosas. A penas seis meses antes estaba allí, donde ahora se ve la luz encendida y se escuchan risas.
Recuerda las películas los domingos en su sofá, los viernes de fiesta, y los sábados por la mañana en su cama. Ahora que tiene a tantas, no las quiere. Le echa de menos, y le jode que sea así. Nunca se arrepiente de una decisión que toma, pero esta vez sabe que se equivocó. La echa demasiado de menos. Y le da rabia.
Se sienta en aquel banco que ha sido espectador de sus manos tantas veces. Ahora solo le queda taparse la cara, solo. Y llora. Llora como un niño de cinco años castigado sin recreo.
Quiere parar de llorar y de echarla de menos, pero no puede.
Se detiene frente a su portal, y mira el número de su puerta. Se piensa si llamar más de una vez, pero al fina marca su casa.
"Te echo de menos. Sé que has cogido el porterillo y que estás escuchándome, te conozco demasiado bien. Perdóname, por favor. sé que me equivoqué y me arrepiento como un loco. Prometo quererte toda mi vida si me dejas hacerlo"
Pero ella decide no responder, y cuelga. Se le saltan las lágrimas, pero ella es fuerte. Ahora sí.
"¿Quién era?"- Dice uno de ellos sin despegar la vista del televisor.
"Se han equivocado" - Y anda hasta el cuarto de baño, cerrando la puerta tras ella.
Y ahora es ella quien llora; llora al igual que él llora en su portal.
Saben que ahí acaba todo de verdad, que aunque acabó hace seis meses ahora ya no hay vuelta atrás. Ahora no son dos.
Ella se seca las lágrimas en su jersey y sale sonriendo. Le da un beso en los labios al chico de rojo y le dice que le quiere.
Mientras, él se seca las lágrimas no más de veinte metros más lejos, dándose cuenta de que es un capullo. Y de que ella no está. Que no va a estar nunca más. Ya no.

©Alejandra
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