viernes, 31 de diciembre de 2010

Sed felices.


Feliz última mañana de 2010. Feliz navidad. Feliz noche. Feliz año nuevo. Feliz lo que queda de diciembre y feliz 2011. Felices villancicos, abrazos y besos. Feliz verano también, por si se me olvida. Feliz tú. Feliz yo. Y como ya dijeron una vez, feliz nosotros.

©Alejandra

miércoles, 29 de diciembre de 2010

Y patinan sobre hielo.


Patinan sobre hielo. Cinco chicas, cinco deseos, cinco sonrisas que se deslizan por sus caras. Se deslizan, como sus patines sobre esa gran placa de hielo que hay en medio del centro comercial. Se cogen las manos y se ríen. Jóvenes. Con ganas de pasárselo bien y de querer. De pronto entran más chicos y chicas; y ellas siguen patinando hasta que una de ellas se cae. Todas empiezan a reírse, como niñas pequeñas. Sin darse cuenta se acerca un chico, le da la mano y con un “Feliz navidad, princesa” la levanta de allí, dejándola de pie. Princesa. A cualquier mujer le encanta que le llamen así. Pero ella se queda callada en medio de la pista, sin haber dado ni siquiera las gracias, pero sonriendo como una tonta, hasta que sus amigas aparecen por detrás y siguen patinando. Juntas.
Suena el silbato y abandonan la pista de patinaje. Todos quieren salir a la vez, pero ellas ya lo han hecho. Se quitan las botas mientras hablan de lo bien que lo han pasado. Una de ellas va a soltarlas cuando se da cuenta de que está allí el chico que la levantó. Se sonríen. Ella vuelve con sus amigas y él se queda allí.
Aquí es cuando parece que todo acaba, cuando eso se queda en eso,en el chico que le ayudó a levantarse cuando se cayó en la pista de hielo.
Pero esta vez no fue así.
Ella cena con sus amigas, ríen, hablan y hasta cantan. Son las doce, y como cinco cenicientas se van cada una a sus casas. Ella coge el metro, casi vacío.
Se sienta y se pone los cascos para escuchar música. Apoya la cabeza en la ventana y casi se queda dormida. En la siguiente parada suben tres personas y de pronto un chico le pregunta si se puede sentar al lado de ella.
Pues bien, imaginaos quien era ese chico.

©Alejandra

lunes, 27 de diciembre de 2010

Olvido decirte que...


Bien, siempre olvido decirte lo que realmente importa, siempre me quedo sin palabras cuando hablo contigo, son tantas cosas las que quiero compartir que me asalta esta especie de inseguridad en mis argumentos... Olvido decirte que te quiero.
Yo, un idiota con la cabeza afeitada y poco más dejo mucho que desear en todo lo que toco, en todo lo que pretendo plasmar... Nunca acierto en la diana, me queda sólo esta sensación de saber que me queda algo por decir, que me queda otra oportunidad, siempre existe ese resguardo que me salva de mis autismos sentimentales.
Yo, un idiota con la cabeza afeitada, no soy sólo esa voz en off que vacila de una prepotencia que le provoca esta sociedad en la que vivimos, me refugio en mis debilidades y eso se nota, vamos que si se nota... Soy algo más.
Siempre he creído que lo que se expresa escribiendo no se es capaz de volver a reproducirlo hablando y eso es algo que tengo marcado en todo lo que digo en cada caldo que lidio con buen o con mal pie, lo siento pero entre otras cosas soy humano y entre otras cosas sufro la debilidad de ser vulnerable a lo que siento...
Llevar esta amistad, esta complicidad en silencio, en el letargo de la oscuridad me está haciendo crecer como persona y cuanto menos como ciudadano x...
Estoy aprendiendo de ti, no sé quizás el qué y el cómo pero siento la necesidad de desafiar al mundo tras hablar contigo, siento la prepotencia de mirar por encima del hombro al resto del planeta tras colgar la conversación de rigor con la cual alimentas algo más que este vacío que a veces me abduce... Alimentas mi corazón.
Ha sido muy grande dar contigo y mucho más grande es el saber a ciencia cierta que es cierto, que pasa el tiempo, ya casi dos meses y esto funciona, seguimos al pie del cañón con esas ganas dementes de querer mucho mas, de querer lo que por derecho la vida nos debe, de querer que todo salga bien... Estoy muy seguro de ti, eso me hace partícipe de una paz interior que no he sabido canalizar a lo largo de mi vida y que por mera casualidad me veo obligado a enfrentarme a mi mismo. Me siento extraño al verme reflejado en el espejo, al hablar solo de temas que quizás nunca hubiese tocado y que por supuesto estaban destinados a ser pasto del olvido por la más absoluta manía esta de reprimir lo que hierve bajo la piel... Bajo la piel del corazón.
Cada vez me ahoga más esta impotencia del teclado y me limito a escribirte todo aquello que por miedo no sé como decirte... Me atraca el impulso de morir en tus brazos, de morir en tus palabras para más tarde buscar el exilio en tu aliento y poder sentirme fuerte... Te echo de menos. Todo siempre es mucho más sencillo y como tal mucho más duro que la misma realidad y como tal, valga la redundancia, mucho más cercano...
Quisiera pregonar lo que te quiero a voces sordas de teclado, quisiera gritar este vacío de no tocarte, quisiera llorar las noches que me gustaría que estuvieses por aquí, pero me quedo con el consuelo de que sé que cobraré todos los intereses, de que saldaré esta deuda en algún momento, mientras tanto pago aduana al cruzar algún mensaje a tu móvil, pago el impuesto revolucionario por haberte conocido, pero me siento especial por sentir bajo mi piel lo que me trasmites y eso me hace ser algo más que un personaje anónimo destacado entre tanto sentimiento por atar....
Son tantas las cosas que te quiero preguntar, son tantas las vivencias que quiero compartir, son tantas las ganas de seguirte el rastro que no me veo capaz de empezar yo solo... Es inevitable, juegas un papel clave al día de hoy en esta partida de ajedrez que no es otra que mi vida, sin trampa ni cartón, esta partida de ajedrez, recuerdo que siempre se ha visto destinada a quedarse en tablas, por fin comienzo a saber que puedo conseguir el jaque mate...
Reconozco que soy débil, este correo lo pone de manifiesto, pero claro eso tú ya lo sabes... Yo sé que lo sabes y es por esto que todo lo que pretendo plasmar cobra sentido por si solo...
Te echo de menos.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Por un momento, no me importa.


Me dio por mirar por la ventana y estaba el sol fuera. Las luces de navidad estaban apagadas y la gente llevaba bufandas de colores. Acaba de llegar mi madre de trabajar y le acaba de dar un beso en los labios a mi padre. Mi hermana tararea un villancico y yo me doy cuenta de que el tiempo pasa tan deprisa que apenas me doy cuenta de que estoy metida en él. Por un momento cierro los ojos y escucho aquella música de piano de fondo. Recuerdo sus labios. Sus besos, sus manos. Por un momento olvido quien soy yo y donde estoy. Por un momento, no me importa.

©Alejandra

lunes, 20 de diciembre de 2010

¡Din, don!


“¡Feliz navidad!” Abro la puerta y aparece una mujer con una caja de bombones para mí. Empiezo a reírme como una tonta. Bombones. Qué clásico. Nunca me habían regalado clásicos. Tengo regalos muy originales, pero jamás me han regalado un ramo de flores, una cena en un restaurante o bombones. Y hoy, mira qué sorpresa. Los dejo encima de la mesa y lo abro. Es una caja roja, preciosa, con dibujos en plateados que dejan ver claramente un “Felices fiestas”. Hay una tarjeta en su interior. Sonrío esta vez y la abro, con cuidado de no romper el sobre rojo que la contiene. “Feliz navidad cielo. Te quiero. Mucho. Y por si no te lo he dicho antes, te quiero.”
Y sorbe la nariz. Tiene los ojos encharcados de felicidad, y no puede parar de reírse. Se sienta, se come un bombón y se pone las manos en la cara, riendo. Por fin un clásico.


©Alejandra

sábado, 18 de diciembre de 2010

Es preciosa.


- Es preciosa
+ Bueno, tampoco es para tanto
- Tendrías que haber visto su sonrisa a las ocho y media de la mañana, cuando todavía no se había peinado

©A
lejandra

jueves, 16 de diciembre de 2010

Todo lo que quiero para Navidad es a ti

Y después de haberse esperado tanto tiempo, con un nudo en la garganta y un dardo en el estómago, cuando se iban a ir, cada uno tiró por su lado. Ahora o nunca. Se dio la vuelta, cerró los ojos y dijo "te quiero", pero solo consiguió robar una sonrisa de su boca junto a un "feliz navidad"

©Alejandra

domingo, 12 de diciembre de 2010

a, b, c, d...

Creo que sería mejor mantenerme alejada de mi móvil y así no cometer alguna locura, como llamarte. Y repetir eso de la A, B, C, D... y así, hasta llegar a tu nombre.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Esa es una bonita historia.

No vengo a contarte la historia de los besos de despedida que se quedaron en el aire y no se volvieron a dar. Tampoco vengo a contar la de chico conoce a chica y al final todo parece bonito. Aunque esa siempre me ha gustado. Deberías saber que la de los mensajes por la madrugada y las sorpresas ya me las sé de memoria. Bueno, y la del zapato de cristal o la manzana roja todos os las sabéis, pero nadie las vive. La del teléfono que suena y nadie lo coge, o la que se queda hablando sola pensando que no había colgado, nunca me han llenado. No he venido a contarte la historia de los besos a escondidas. La que te apetece andar descalza, y dejar los zapatos debajo de su cama. Ahora no vengo a hablarte de ninguna de ellas.

Venía a contarte la historia de las chicas que estudian, pero sacan tiempo para sus amigas. La de las chicas que van al cine y no pueden parar de reír, nunca. Las que se dedican canciones, y textos, y sus méritos. Las que se abrazan sin razones, y se ayudan, independientemente de lo que haya pasado. Las chicas de los helados en invierno, y que aún compartiendo paraguas, se mojan. Y vale sí, que ellas también lloran, pero son fuertes. Muy fuertes. Creédme que se quieren. Muchísimo.

©Alejandra

viernes, 3 de diciembre de 2010

Me emociona(s)/(ais)/(abas)/(aste).


Me emocionan las sorpresas, las cartas, los besos. Me emocionan los abrazos que se sienten; y las reconciliaciones. Me emociona que haya gente que sacrifique todo lo que tiene por otra persona. Bueno, y los libros con finales felices. Y algunas canciones. Y me emocionan los mensajes de buenas noches, y las películas en la cama. Y ya ni hablo de cuando apuestan por mí. Me emocionan los sábados de fiesta sin fiesta, pero con quien quiero estar. Vale, confieso que me matan las despedidas y que lloro con aquella canción que me dedicó una de las personas más grandes que tengo. Y aquel concierto, en aquella fiesta y que dijeses mi nombre, y... vale, sí. También me emociono al recordar.

"Hay dos maneras de tomarse de la vida. Puedes vivir quejándote de todo lo que te falta, quejándote por el sentido que la vida no te dio. O aprovechar al máximo lo que tienes"

©Alejandra

lunes, 29 de noviembre de 2010

Lejos de la puerta, en una mesa para dos.


+ Buenos días. ¿Desea algo?
- Sí, bueno, supongo que lo único que quiero es que él entre por la puerta de esta cafetería y pida café para los dos y nos quedemos hablando los dos durante… qué se yo. Al menos el tiempo que usted tarde en traernos el azúcar. Pero tranquilo, le pediré algo más para no tener que irnos de aquí.
+ Se está a gusto aquí, sí que es verdad. Es invierno y aquí se está calentito. Pero bueno, seguro que aparece. ¿Quiere algo mientras espera?
-Bueno, un café.
+ ¿Solo?
- Sí. En cualquier caso, sí, sola. Él todavía ni siquiera se le habrá ocurrido la idea de venir.


©Alejandra

martes, 23 de noviembre de 2010

Frío.


Y que se que hemos pasado juntos las estaciones más bonitas de todas, y ambos sabíamos que después venían las peores. Las que hace frío y llueve. En la que la ropa no sobra, sino falta. En la que los colacaos en el sofá sustituyen a los refrescos en los parques. En los que los estudios estorban. En la que se conocen tanta gente nueva y estaríamos deseando vernos los fines de semana. Pero yo pretendía ponerme bufanda y compartir el paraguas. Y si me faltaba ropa, me la pondría. Y haría colacaos a todas horas si eras tú el que te los tomabas. Y estudiaría contigo si hiciera falta. Bueno, y la gente nueva simplemente nos recordaría lo que nos echabamos de menos. Pero el frío ha llegado… y yo pretendía pasar calor en pleno invierno, y que fuese por tu culpa.

©Alejandra

viernes, 12 de noviembre de 2010

Ella escribe.

Ayer por la noche se sentó en su escritorio para cambiar sus pensamientos por palabras, y las teclas de su teclado por un simple lápiz. No tiene una goma, y escribe en sucio. Garabatos, tachones y flechas que van a parar a otra línea donde viene mejor.
Se le rompe la punta del lápiz poco antes de acabar. Y no encuentra sacapuntas. Pierde tiempo en buscar un bolígrafo y papá le repite desde fuera de la habitación que es tarde, que se acueste. Pero ella sigue escribiendo, sobre el papel, sobre el lápiz y los garabatos. Sobre las cosas que escribió alguna que otra vez y ahora contradice. Pero sobre todo, escribe sin fronteras, con ganas; y aunque le duele la muñeca, sigue escribiendo. Escribe, porque le gusta, porque quiere, porque lo siente.
Y escribirá algo para que le recuerde que a veces, cuando quiere, cuando piensa y quiere recordar, que cuando miente, cuando intenta… escribe.

©Alejandra

sábado, 6 de noviembre de 2010

No era tarde. No viajaba sola.

Esa noche el metro estuvo callado durante todo el trayecto. Solo se escuchaban de lejos los sollozos de aquella chica. Silencio. Se cae una moneda y retumba en los oídos de cada uno de los pasajeros.
De pronto miedo. Ya no lleva las uñas pintadas, ni el pelo largo, ni rímel en los ojos.

©Alejandra

lunes, 1 de noviembre de 2010

En las lágrimas dibujó sonrisas.


Erase una vez una chica que en una noche no paró de llorar. Y lloraba y lloraba y lloraba. Y cuando parecía que ya estaba calmada, lo volvía a leer y volvía a la carga... Créeme que hasta sollozaba mientras dormía. ¿Qué? No, no. No vivía en un castillo, ni mucho menos. Vivía en un piso pequeño, en un pueblo no muy grande, de una gran ciudad. Y le gustaba lo que os gusta a todas; reír, bailar, mirarse al espejo, las películas románticas, que le quieran… Pero no, esta vez no lloraba por ninguna película. Y de tanto llorar inundó su pequeño piso de lágrimas con sonrisas dibujadas. ¿Qué si eran de felicidad? Claro pequeña, ella se prometió llorar solo por eso.

©Alejandra


viernes, 29 de octubre de 2010

¿Jugamos?


Suena el portero.
Por fin. Llevo desde que me dio la primera nota esperando este momento. “No pienses que aquí ha acabado todo. El juego va a comenzar, si te quieres divertir, mañana a las cinco tendrás que salir cuando el timbre escuches sonar y al portal tendrás que bajar. Allí el primer regalo encontrarás. Pero tarde no podrás llegar o si no eliminada quedarás”
Empiezo a bajar las escaleras corriendo, como si me fuese la vida en ello. Llego al portal y allí me espera una bolsa verde pistacho y pegada a ella un papel. “ Si el principio de esta historia quieres saber, a la puerta de una casa muy lejos de la tuya tendrás que llegar, y el segundo regalo allí estará”.
Empiezo a reírme como una tonta y veo algo envuelto en papel pinocho rosa fucsia con un lazo del mismo verde que la bolsa. Un peluche precioso y dentro otra nota. “Ya que yo no estoy en tu cuarto cuando te echas a dormir, te regalo este peluche, que se haga pasar por mí.”
Subo corriendo las escaleras de dos en dos hasta llegar a mi casa, suelto esta bolsa y salgo otravez en busca de la siguiente pista.
El día que empezamos a salir, él no me dijo en ningún momento “quieres salir conmigo?” sino que nos empezamos a querer, y un día nos dimos un beso. Y desde ese día nos damos besos y nos queremos. Pues el primero de todos, fue en la puerta de una de mis mejores amigas. Sí, allí. Corro lo más que pude con una sonrisa que no me cabe en la cara. Le saludo a todo el mundo y abro la cancela de su patio delantero. Allí hay otra bolsa con otra nota pegada. “Tendrás que ir a ese centro comercial, A White en inglés te deberás pasar, a la caja te tendrás que acercar, y enseñando este tiquet y diciento tu nombre tu tercer regalo te darán”
Y otra carcajada. Joder, como le quiero. Por un momento pienso en llamarle, pero no, salgo corriendo hasta el centro comercial. Unos hombres de una heladería me ven pasar y se ríen, casi como yo lo hago. Me espero en las escaleras mecánicas hasta que veo “Blanco”. Y entro sonriendo. “Perdone, quizás le suene a locura pero vengo a recoger un regalo…” Y de pronto la dependienta también sonríe.Pero una sonrisa bonita, de las de verdad. Me pide mis nombres y apellidos, acompañados del tiquet. Me da una bolsa con otra nota. “Ahora ciudad es tu destino, la carretera de la derecha es tu camino, hacia un parque que ya has estado, hallarás tu cuarto regalo. Si por el mundo te gusta viajar, aquel sitio tendrás que encontrar, así que atenta debes estar. Entre los arbustos verdes buscarás y allí tu regalo se hallará”
Y me emociono. Joder, parece que estoy metida dentro de un libro o mi película favorita. Le quiero. Mucho, muchísimo.
Empiezo a buscar y no encuentro por ningún sitio, voy hacia un parque y nada. Los chicos de la heladería me miran esta vez con intriga. Y de pronto me acuerdo de aquel parque al que vamos muchas veces. Corro, y aún cansada, tengo ganas, y ganas. Y cuando lo veo de lejos sonríe. Está sentado en un banco con una rosa roja. Un abrazo y un beso. Largo, tierno, suave, suyo y mío, caliente, con los ojos cerrados, entre medio de dos sonrisas, y emoción. Reímos y nos contamos como ha ido todo. Y aquí mi cuarto regalo.
Pero ahora no acaba el juego.
Lo único que ha hecho es empezar.

Y volaron las hojas secas de los árboles.

©Alejandra

martes, 26 de octubre de 2010

Perdóname si hago lo que realmente quiero, lo que necesito.


Te juro, de verdad, que como la madera se desmorone, se rompa, se queme, se muera… correré kilómetros de distancia para grapar cada uno de los trozos, hasta que esté entera. Hasta que vuelva a sentir.

©Alejandra

sábado, 23 de octubre de 2010

¿Tú lo intentarías?


- Pero yo no tenía la oportunidad. Tú la tienes, ella te quiere. Tú a mí ya no me querías...
+ ¿Cómo sabías que no te quería?
- Me dejaste.

©Alejandra

jueves, 21 de octubre de 2010

No importa lo lejos que estemos, si sacas la cabeza por la ventana, estaremos viendo la misma luna


La luna está en su máximo esplendor esta noche
Aún suena esa frase en mi cabeza como aquella canción que me cantaba mi padre de pequeña. Esa frase que fue dicha tantas veces y tantos días. Otra vez. Resuena como una gota en el cuarto de baño, en medio del silencio. De pronto recuerdos. Un helado, un vaso, una foto, un tú, una luna. Y las carcajadas que hicieron de banda sonora aquella noche. Da miedo como una simple frase sin ningún significado aparente trae tanto.
Se vienen demasiadas preguntas. Tengo ganas de volver. Allí me dejé mi maleta, un trozo de mí; y mi luna. Eso es, me dejé mi luna, y parece ser que aunque sea la misma, desde allí se ve más libre.
Al fin y al cabo, eso también es amor.
Pescaré la luna desde mi ventana y la meteré en un cajón para ti.
O aún mejor, la pescaré desde la tuya.


©Alejandra

domingo, 17 de octubre de 2010

Baja las escaleras de dos en dos, y al final, salta los tres últimos escalones.

Se pone bien la camiseta y va a mirar si hay correo. Abre el buzón y caen cientos de sugus de colores. De pronto se empieza a reir a carcajadas y se echa las manos a la cara. Sonríe mientras los guarda todos en el bolso, no quiere que se quede allí ninguno. Ve una carta al final, en un sobre beige con un sugu azul dibujado. Se sienta en el suelo y se mete un caramelo en la boca. Empieza a leer, mientras se ríe como si no hubiese nadie más allí. De pronto se le saltan las lágrimas y sigue riendo. Se levanta de golpe y, como si estuviese siguiendo instrucciones de un juego, se seca las lágrimas con la manga de su camisa y abre una caja que hay detrás de una columna. La abre nervisa y dentro hay más sugus. Y al final, otra carta. De pronto, se echa a llorar. Dios, como le debe de querer el chico de los sugus. Lo que le debe de querer ella a él.
Ahora se levanta y corre hacia no sabe dónde, dejando caer algunos de esos caramelos que guardan todos esos secretos. Los suyos.
©Alejandra

jueves, 14 de octubre de 2010

¡Ring, Ring!


Acaba de sonar el despertador y cierro los ojos. Siempre he pensado que cuando te despiertas eres tú quién eliges como puede ser el día. Puedes andar callada, sin dar ni si quiera señales de que te has despertado y encerrarte en tus problemas o sacarlos afuera de alguna manera, que aún así van a seguir haciéndote daño.
O simplemente puedes despertar y sonreír, levantar la persiana y pensar que eso no es un problema. Que lo tuyo no son problemas comparado con las miles de personas que no les queda voz para chillar, ni lágrimas para llorar… ni amor.
Pero hoy ha sonado el despertador y ya no quedaba nada. Ni tú, ni el ruido. Silencio. Ni un puto microondas calentando el café de ayer. Nada. Los tacones de la noche anterior andaban debajo de la cama, los libros encima de la mesa y mis ganas de hacer de eso un buen día estaban tiradas por el suelo.



©Alejandra

domingo, 10 de octubre de 2010


-Me dijeron que estabas aquí y viene lo más rápido que pude
+No deberías haber venido…
-Ya… y tampoco debería quererte, y lo hago todos los días.


©Alejandra

martes, 5 de octubre de 2010

Y después de estudiar..


Estudiar, estudiar. Y más tarde, estudiar. Agobio. Ganas de salir, de acabar, de vacaciones. Y de pronto el móvil vibra. Me giró, miro hacia la estantería, y la luz está encencidida. “¿Cómo va esa tarde? Estás en tu casa sobre las 20:30?” Y una sonrisa pegada a aquella simple respuesta. Y acabo de estudiar sonriendo. Una ducha rápida y después una visita. Martes. Jamás salgo entre semana, pero hoy ha venido un poco a mi portal. Para despejarme. Para despejarnos.
Unas ganas de quedarnos allí más tiempo. Y carcajadas, besos, abrazos, frases y él. Y al salir por la puerta, se llevó mis palabras. Ahora son suyas.

-Bueno y dime, ¿qué vas a hacer este fin de semana?
+Echarte de menos.



©Alejandra

jueves, 30 de septiembre de 2010

Escribámonos te quieros, hasta prontos y sonrisas.


Escribámonos hasta los besos.
©Alejandra

domingo, 26 de septiembre de 2010

Ella me levanta.


"Vosotros os metéis en vuestra burbuja. Y es vuestra. V u e s t r a. Tiene vuestros nombres, vuestras iniciales con champú invisible en ella. Y nadie, te repito y reiteron, NADIE, tiene derecho a entrar, ni siquiera a llamar a la puerta, porque no hay. Allí solo tenéis derecho a estar vosotros. Y se acabó. Nadie tiene derecho a opinar, ni siquiera pensar. Es que ni que os influya. No tolero que las opiniones de la gente te haga daño. Porque son eso, gente. Cuando digo gente me refiero a personas que piensan al unísono, rápido y equivocadamente. Que ELLOS aprendan a ser feliz viéndoos o si no, que se busquen algo para serlo. Pero ajeno totalmente a ti y a vosotros. Dos personas se quieren y siempre SIEMPRE habrá alguien que no le parezca bien, que no quiera que estén juntos. Que critique esto o lo otro. ¿PERO SABES QUÉ ALE? Si algo he aprendido de todo lo que he visto, he presenciado en todas las personas queriéndose, la vuestra es una, por no decir la que más pura. Es la más bella. Es la que no hace falta decir Te quiero ahora, ni después. No por nada, porque hasta los silencios lo dicen. Está escrito en el aire, Ale. Y yo lo veo. Y quien no lo vea está ciego o los celos le ciegan."

Claudia, gracias. Mil gracias. Ya sabes todo lo demás.
Te quiero infinito.
©Alejandra.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Hoy.


Hoy me hubiera gustado que hubiese sido de otro modo. Contigo, por ejemplo.

viernes, 17 de septiembre de 2010

¿Quieres otro recuerdo?


Tengo miles. Desde los más tontos, a los más grandes. Desde el primer diente que se me cayó, a mi primer beso. Desde que me regalaron aquel reloj, hasta que me regalaron aquellas zapatillas. Desde cuando mi abuela me enseñó a hacer el flan que tanto me gusta, hasta cuando mi padre se rompió la pierna jugando al baloncesto. Y ahí solo tenía cuatro años.
También la vez que te conocí, y la que me pediste que te abrazará. Las veces.. diría yo. Pero todas las guardo, ¿sabes?
Las llevo guardando siempre en una caja. Y de vez en cuando, cuando me siento vacía, triste, la abro. Y me dejo llevar por eso. Por los recuerdos. Bonitos, crueles y sobre todo, recordados.
Todos deberían hacerlo de vez en cuando. Solo que hay un riesgo. Un riesgo que puede o no puede merecer la pena correr.
©Alejandra.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

Felicidad


Una gota de agua de algún aire acondicionado cae sobre su hombro mientras corre hacia su casa. Tiene una sonrisa de esas que se contagian, esas de felicidad. Y va corriendo al ritmo de esa canción que tanto le gusta. De un lado para otro, mientras la tararea. Ahora cierra los ojos, deja la maleta en el suelo, y empieza a dar vueltas. Rodeada de alegría, de carcajadas. Y saluda a todo el mundo que se encuentra a su paso. No puede parar de sonreír, aún no. Es de esos momentos que por más que quieras no puedes... porque eres feliz, aunque sabes que son de esos brotes que no duran mucho. Y se da cuenta de que la felicidad está detrás de todas esas pequeñas cosas. Y espera que esta vez dure más que un simple brote.
©Alejandra.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Te quiero.


Y será lo primero que te diga cuando te vea. Si quieres te lo grito desde la ventana de mi habitación, tan fuerte que algún vecino se asome. Si quieres te lo digo bajito, al oido, cuando estemos todos juntos un viernes por la noche, o después de que me vengas a recoger. Sino te lo escribo, te lo canto o te lo pinto en todas las hojas de una libreta; o detrás de una foto. Sino te lo digo en un mensaje de correo electrónico, o por uno de móvil; o por mensajes de humo. Sino te lo mando por una botella, al mar. O te lo escribo grande en la pared de tu calle. O, si prefieres, en la suela de tus zapatos.


©Alejandra

martes, 7 de septiembre de 2010

La suya es una historia preciosa.


Vale, sí. A veces se les quitan las ganas de todo. De echarlo todo a perder. Y, bueno, también se pelean. Discuten el 99% de su tiempo. Pero cuando están juntos, lo demás no importa. Parecen que encajan, que están hechos el uno para el otro. Que sus diferencias son así para poder enseñárselas al otro. Que cuando se abrazan, o se ríen juntos, la envidia corre por todo los sitios. Y vale sí, que quizás no sea para siempre, pero ¿y qué? Son felices, con sus virtudes, sus defectos, con sus discusiones y sus sonrisas.
La suya es una historia preciosa. Y si hay algo de lo que le falta a este mundo, es precisamente eso.
©Alejandra.

viernes, 3 de septiembre de 2010


La arena está fría.
Es de noche y mientras los demás se acercan a coger algo para comer, yo prefiero acercarme al agua. Esta sí que está más caliente. Me siento en la orilla y oigo como rompen las olas en las rocas, no muy lejos. Felicidad condensada en momentos. En segundos. Miro hacia atrás y veo que aún les queda un largo rato de cola. Siento como la marea esta subiendo y poco a poco me roza la punta de los pies. Dejo a un lado las sandalias que tengo en la mano y me tiro al agua. Me lanzo. Me siento mojada, fría y feliz. Sostengo las ganas de reir antes de que se den cuenta.
Y sin apenas han pasado unos minutos cuando allí estabamos todos. Dentro del agua. Vestidos, jóvenes y mojados. Salpicándonos de agua y compartiendo las ganas de disfrutar. Y entre carcajadas, bromas y felicidad sentimos que se nos acaba el verano. Nuestro verano.
©Alejandra.

lunes, 30 de agosto de 2010


Es mejor que la marea, la lluvia mojando los cristales o los helados de tres sabores. Es mejor que un viernes. Mejor que el mejor vestido del mundo. Mejor que un beso a media noche, o a escondidas. Mejor que los libros, la música, mejor que los abrazos sinceros. Mejor que las palabras. Mejor que las pinturas, los zapatos y el verano. Mejor que los secretos, que las carcajadas. Mejor que el tiempo, los viajes o mejor que bañarse en una piscina por la noche. Mucho mejor.
©Alejandra.

martes, 24 de agosto de 2010

He secuestrado tu olor para dormir mejor.


Y cada vez que veo esa foto me acuerdo de aquel increible día. Del mar, la arena y nosotros en ella. De el sonido de tu risa y el olor a sal. Cada vez que la veo me acuerdo de los besos, los abrazos y los te quiero que dejamos allí. De las sonrisas, los baños y las bromas. Del viento intentando pasar sobre nosotros. Y ahora cierro los ojos y solo oigo pequeñas olas que rompen debajo de nosotros. Y me acuerdo de que por un instante tuve miedo. Miedo de que no se vuelva a repetir, de que no vuelvas a estar. Pero me abandono en ese pensamiento y sonrío. Porque una vez me dijeron que viviese el momento. Y mi momento eres tú.


©Alejandra.

jueves, 19 de agosto de 2010

Silencio.

Hoy he estado recordando todo lo que me dijiste la última vez que nos vimos. La de cosas sin sentido, la de minutos en silencio. Pero un silencio bonito, precioso. Un silencio que se disfruta, que te gusta. Y seguir en silencio. Un silencio que no hace daño sino un silencio que sonrie. Y darnos un abrazo, y escuchar el ruido de un beso. Silencio que rompiste con: "Pásalo increiblemente bien y así después puedes contarmelo todo" Y también un silencio roto con un te quiero. O dos. O tres. Ya perdí la cuenta.

©Alejandra.

martes, 17 de agosto de 2010

Secretos.


- ¿Quieres llevarme contigo sin saber toda mi historia?
- Ya la sé.
- No.
- Bueno, tú me contarás lo que falta cuando dejemos de querernos.

viernes, 13 de agosto de 2010

Y otro más.


Un beso. Y otro. Tierno, dulce, tan bonito como el anterior. O aún más. Y se separan, se miran y se sonríen. Y no pueden evitarlo, se les escapa otro, y otro, y otro más.

©
Alejandra.

lunes, 9 de agosto de 2010

Después de que me dejaras en mi portal


Llego a mi casa andando de puntillas, para no hacer ruido. Es estúpido, pues casi nunca llevo tacones. Llevaba aquellas sandalias marrones que me compré hace poco.
Entré en mi cuarto y me quité la ropa con mucho cuidado. Solté el móvil encima de la mesita de noche y me tumbé en la cama. Me di la vuelta y aún tenía aquel sabor en la boca. El sabor de él. De sus besos. Tiernos, silenciosos, apasionados. Y saboreo mi boca, feliz. Me gusta ese nuevo sabor. Esa es la prueba de que todo ha pasado. Y me abandono en ese pensamiento antes de dormirme.
©Alejandra.

viernes, 6 de agosto de 2010

Vacaciones.


Me siento en un banco. Llevo andando quince minutos por este pueblo que no sabía que existía hasta hace poco más de unas horas. Mis padres han alquilado una casa aquí con mi familia.
Ahora mismo todos deshacen las maletas, mientras tanto, yo he cogido mi bolso, y he salido a la calle. La verdad que hace frío. Bueno tanto como frío no, pero bastante menos que allí, en casa. Llevo pantalones vaqueros cortos, una blusa suelta, y el pelo ondulado, con una pinza pequeña, con la forma de una flor.
Hay calles estrechas, anchas, inundadas de árboles y gente. Todo está de ese color tan bonito que le da el sol cuando está a punto de ponerse, por la tarde. Hago una foto desde un puente, es preciosa. Se ve un río, árboles y edificios. Me imagino lo bonito que será despertarme y mirar por la ventana.
Es un viaje fantástico, en un pueblo fantástico y con unas personas fantásticas.
Me he puesto los cascos y escucho canción a canción mientras pienso en todo lo que haremos en estos días. Y sí, es verdad que cuando escuchas música mientras caminas pareces que estas dentro de un estúpido videoclip.

(La foto es mía, y ese es el pueblo en el que estoy)


©Alejandra.

miércoles, 28 de julio de 2010

Sala 3. Fila 9. Asiento 3.


En dos meses es la primera película que vemos juntos. Una gran película, sin duda. Él tenía en asiento número 5, ya que mis dos mejores amigas también habían venido.
Nos separaban dos sitios. Dos asientos. Poco más de un metro, creo, nunca he sido buena para calcular distancias.
Yo veía la película mientras sabía que él estaba haciendo lo mismo, haciendo comentarios con ellas, y riéndose. De vez en cuando se le olvidaba que estaba en el cine y levantaba la voz. Y a mí se me escapaba una sonrisa.
Yo esperaba ansiosa que se sentara en el asiento de mi lado. Que se levantara en medio de la película y se pusiese cerca. Y que me diese un beso. Largo, bonito, sincero, como los de aquellos protagonistas que fingían quererse. Y de pronto, sentí una vibración en la pierna. Un
mensaje al móvil. Lo abro y no puedo contener esa sonrisa. Le miro, y él también sonríe, sin mirarme, sabiendo que yo sí que lo hago. Me vuelvo a poner derecha y sigo viendo la película. Se me empañan los ojos por un momento y releo el mensaje. Ahora sonrío y pienso: “Yo más… amor"


©Alejandra.


domingo, 25 de julio de 2010

Él.


Que conozco su voz en formato susurro, y en formato gemido y en formato secreto. Que me sé sus cicatrices, y el sitio que le tienes que tocar en el este de su pie izquierdo para conseguir que se ría, y me sé lo de sus rodillas, y la forma de rozar las cuerdas de la guitarra...
Que yo también he memorizado su número de teléfono, pero también el número de sus escalones, y el número de veces que afina las cuerdas antes de ahorcarse por bulerías.

jueves, 15 de julio de 2010

"Seré tu equilibrio si tú eres mi café por las mañanas"

Hoy ha tocado limpiar toda mi casa.
He encontrado una nota en el jardín, detrás de una planta.

martes, 13 de julio de 2010

Sin querer.

Si te soy sincera, no sé en qué momento empecé a quererte. Ya sabes, me has gustado mucho tiempo, pero cuando me dejaste de gustar, cuando ya no quería nada contigo, cuando tú estabas con otras… después de eso, no me acuerdo, es más, no sé, cuando volví a saber que eras tú. Todo lo que siempre había querido, tú.
Ya sabes, creo que empecé a quererte sin querer.

©Alejandra.

viernes, 9 de julio de 2010

Hasta pronto.

Querido… En fin, querido tú:

Escribo encima de mi cama, sobre aquel libro que tanto me gusta. Ya sabes cuál te digo.
¿Sabes? Esta mañana me he despertado y he sentido la necesidad de escribirte.
Hoy me voy. Me voy hasta no dentro de mucho, es más, a penas serán cuatro días. Pero no es eso lo que te quería decir. Cuando venga, me quedaré aquí un día, y después… después me voy. Un mes. Quizás algo más.
Cuando vuelva estarás más alto, más moreno. Quizás también hayas cambiado tu manera de divertirte o hayas conocido a mucha otra gente, en otros muchos sitios. Quizás tengas diferentes opiniones a las que hoy tienes. Quizás ya no me quieras.
Por eso, te quería decir que te quiero como nunca antes lo había hecho. Y no te puedo prometer que sea para siempre, pero ahora mismo lo hago con todas mis fuerzas. Que la distancia no la hacen los kilómetros, sino las personas. Que tengo más deudas con tu espalda de las que nadie tendrá jamás con la luna. Que no te voy a olvidar. Lo sé. Que te prometo llamar cada día, si quieres. Que te mandaré cartas, como esta, bueno no, mejores que esta.
Que quizás solo sea un mes. Un mes que echaré de menos tu manera de mirarme, tus labios y tus manos. Echaré de menos tus abrazos, y la forma con la que medio sonríes, y me pones nerviosa.
Bueno, me voy a hacer la maleta.
Nos vemos pronto.

Te quiere, Alejandra.


©Alejandra.

miércoles, 7 de julio de 2010


Eres un estilo de vida. Mi estilo de vida.
©Alejandra.

martes, 29 de junio de 2010


- Alejandra, quería decirte que...

“Que te quiero” Termino la frase en mi cabeza.
En ese momento es lo único que me apetecía escuchar.
No tenía ganas de quejas, ni de riñas, ni de malas caras.
Sabía que me lo merecía pero no podía más. Eran demasiadas cosas ya encima.

- …que no te preocupes. Nos lo hemos pasado bien y ya está. Bueno y que…
+ Sigue
- Y que te quiero.


©Alejandra.

lunes, 21 de junio de 2010


¡Ya están aquí las noches de verano! Llenas de risas, estrellas y ganas de comerse el mundo. Fiestas en la playa por la noche y baños en la piscina con tus amigos.
Ya sabéis, vestiros con vuestra mejor sonrisa. Hartaros de helados, amigos y de tomar el sol. Reíros hasta que os duela la barriga y disfrutad. Y que se os escape un beso en medio de una frase. O un abrazo. Cantad a la luz de la luna y bailad hasta que no podáis con vuestros pies. Pasároslo increíblemente bien. Porque es verano. Por fin es verano.
©Alejandra

martes, 15 de junio de 2010


Te quiero. Se me hace un nudo en la garganta cuando te lo digo. Se me ponen los vellos de punta cuando me lo dices al oído, bajito, y que solo pueda escucharlo yo. Se me quiebra la voz cuando lo digo delante de más personas. Como esas dos palabras pueden hacerme sentir mucho más que algún libro que no leí hace mucho, más que muchas cosas.
Me miras. Cierras los ojos y sujetas mi cabeza entre tus manos. Sonríes y me miras a los ojos. Tus ojos, tan profundos como mares, me ponen nerviosa. Y de pronto me relajo. Cierro los ojos. Y te cojo de la cintura. Y me besas. No como ayer ni como antes de ayer. Si no suave. Sin prisas. Y se para el tiempo. Me acaricias. Y me sonríes. Te sonrío. Y estás a menos de diez centímetros.
Me coges de la mano. Acaricias mi espalda. Yo te cojo del cuello, me agarras más fuerte contra ti. Y nuestros cuerpos parecen formar uno solo. Y no quiero soltarte. Ya no.
Y te digo te quiero. Bajito, casi no se puede escuchar. Y tú sonríes, aún con los ojos cerrados. Y me besas. Otra vez.

©Alejandra.

lunes, 31 de mayo de 2010

- Haber, es que, es como si no quisiera tener novio. Es un compromiso innecesario. Tengo 16 años y ganas de comerme el mundo. No quiero un “felices para siempre”, ¿sabes?, quiero un “felices ahora”…
+ Te entiendo..
- Tampoco quiero etiquetas. Estamos juntos y punto. No necesito decirle a resto del mundo que estamos en serio, de rollo o lo que sea. Me vas a querer igual, ¿no?
+ Claro, te voy a querer cada día un poco más.
- Entonces… ¿qué se supone que somos?
+ Somos lo que tú quieres que seamos.
- ¿Juntos? ¿Sin agobios? ¿Sin ataduras ni estar todo el día uno encima del otro?
+ Lo que tu quieras, ya te lo dije:) Te quiero
- Y yo, mi vida

©Alejandra.

domingo, 23 de mayo de 2010

#

Llevabas una camiseta roja.

Jamás pensé que el rojo combinase tan bien con el azul de tus ojos. Llevabas vaqueros y converses. Vestías tu mejor sonrisa. Era viernes y pediste cena para cuatro. Andabamos por la calle y me cogiste de la mano. Me diste tantos abrazos como coches había aparcados allí. Me dices que me quieres pero no soy lo suficientemente valiente para dejarme querer. Aún no.

Tus labios son del color más bonito que jamás me he podido imaginar. Mis manos parecen solo querer buscar las tuyas. Tus pies andan detrás de los mios. Cierro los ojos y me besas en la cara. Te sientas al lado mía y pasas tu brazo sobre mis hombros. Comemos juntos. Y cuando menos nos lo esperamos, en medio de una calle, bajo el silencio, sonreimos. Y me abrazas. Y no quiero nada más. No lo necesito.

El chico de la camiseta roja.

©Alejandra.