
Erase una vez una chica que en una noche no paró de llorar. Y lloraba y lloraba y lloraba. Y cuando parecía que ya estaba calmada, lo volvía a leer y volvía a la carga... Créeme que hasta sollozaba mientras dormía. ¿Qué? No, no. No vivía en un castillo, ni mucho menos. Vivía en un piso pequeño, en un pueblo no muy grande, de una gran ciudad. Y le gustaba lo que os gusta a todas; reír, bailar, mirarse al espejo, las películas románticas, que le quieran… Pero no, esta vez no lloraba por ninguna película. Y de tanto llorar inundó su pequeño piso de lágrimas con sonrisas dibujadas. ¿Qué si eran de felicidad? Claro pequeña, ella se prometió llorar solo por eso.
©Alejandra
Que bonito. Las lagrimas de felicidad son una de esas cosas que siempre se está dispuesto a soltar. 1beso. Por cierto, no dejes de escribir, me encanta.
ResponderEliminarOh dios mio.
ResponderEliminar¿Puedo casarme con este texto?
¡Evolet! ♥
ResponderEliminarMuchas gracias, en serio, no sabes la alegría que me da saber que hay gente que le gusta lo que hago:)
Jajaja Claudia, cásate conmigo♥
Mil millones de gracias
Un besazo
Increible, como me gusta tu blog :)
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