jueves, 14 de octubre de 2010

¡Ring, Ring!


Acaba de sonar el despertador y cierro los ojos. Siempre he pensado que cuando te despiertas eres tú quién eliges como puede ser el día. Puedes andar callada, sin dar ni si quiera señales de que te has despertado y encerrarte en tus problemas o sacarlos afuera de alguna manera, que aún así van a seguir haciéndote daño.
O simplemente puedes despertar y sonreír, levantar la persiana y pensar que eso no es un problema. Que lo tuyo no son problemas comparado con las miles de personas que no les queda voz para chillar, ni lágrimas para llorar… ni amor.
Pero hoy ha sonado el despertador y ya no quedaba nada. Ni tú, ni el ruido. Silencio. Ni un puto microondas calentando el café de ayer. Nada. Los tacones de la noche anterior andaban debajo de la cama, los libros encima de la mesa y mis ganas de hacer de eso un buen día estaban tiradas por el suelo.



©Alejandra

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