jueves, 4 de julio de 2013

cremalleras

Ella se sienta en una silla.
Y él le acaricia la espalda,
quizás como acaricia a su perro,
o como se rasca los tobillos 
al quitarse los calcetines.
Ella cierra los ojos 
y él le baja la cremallera del vestido,
sin darse cuenta que, al hacerlo,
 no está abriendo ni el corazón,
ni el vestido.
Que solo está abriendo heridas.

©Alejandra
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2 comentarios:

  1. Pobre chiquilla, a ver luego como cierra ella sola todo eso...

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  2. Ya te digo, espero que sea capaz de subir la cremallera sola.
    Gracias por pasarte una vez más!! es un placer leer vuestros comentarios
    un besin

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