sábado, 18 de junio de 2011

La luna se murió de envidia al vernos

Y a oscuras, con la luz apagada, las sábanas se apoyaban sobre sus piernas.
Las cortinas se movían levemente y el amor se sentía por toda esa habitación.
En el escritorio se podían ver todavía los libros que no había guardado, y en el suelo estaban sus mochilas apoyadas.
En la cama, había dos personas, pero no estaban haciendo el amor.
El amor les estaba haciendo a ellos.

©Alejandra.
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