miércoles, 5 de septiembre de 2012

Café I. K.

La segunda vez que K se cruzó por mi camino fue algo más jodido.
Supongo que era martes, las cosas buenas siempre pasan los martes. Yo nunca pasaba por ningún café, pero ese día decidí no tirar por el atajo para ir a las clases, y en esquina de mi calle había uno. Y lo vi allí. Estaba sentado como aquellos ancianos que leen el periódico y escuchan la radio mientras toman un té por la mañana.
Sin embargo él no tenía periódico, ni escuchaba la radio. Tenía un vaso con un batido de vainilla y en sus manos una libreta donde apuntaba yo que sé.
Por un momento dudé si entrar, sentarme en la mesa de al lado y esperar que algo nos empujara a desayunar juntos.
Pero de pronto el sonrió aún mirando el papel, y me miró de reojo y allí estaba yo. Fuera de aquella cafetería, en aquella acera, con una carpeta en la mano y los ojos como ventanales, mirándole.
Entonces giró la cabeza, estornudó una vez más y me invitó a entrar.
Aquella mañana me enteré de lo de las tortitas sin nada mientras reía. Aunque lo que pasó dentro de aquel café es otra historia.

©Alejandra
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5 comentarios:

  1. Bonita historia. Muy linda :)
    Un guiño ;)

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  2. lo que pasa en el cafe, se queda en el cafe.

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  3. muchas gracias ginebra y chica de los chicles :)
    un besazo enorme a las dos,
    os espero por aquí siempre que queráis

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  4. Leyendo esto da gusto entrar en tu blog!

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  5. mil gracias anna :)
    y que sepas que leyendo vuestros comentarios da gusto escribir

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