martes, 15 de marzo de 2011

1. Despega hacia tus pestañas


Se sube en el avión casi de las primeras. Elige sitio, y como hace siempre, se pone cerca del ala, en la ventana. Aunque esta vez, no ponga el equipaje de mano arriba, sino sobre sus rodillas.
Ve como la gente sube sonriendo, con alguna que otra lágrima saltada, o riendo a carcajadas. Ve como una pequeña va de la mano de su hermano, y este de su padre. Como una pareja se da un beso al sentarse delante suya. Como suben las azafatas.
De pronto suenan los altavoces y piden que apaguen los teléfonos móviles. No está el avión lleno, pero parece que van a despegar en breves. Va a apagar su teléfono móvil cuando siente que ahí va a empezar una nueva vida. O al menos una época mejor.
No va a encender el teléfono en varias semanas, y va a aprender, comer, reír, amar y conocer.

Y justo cuando va a dejar pulsado el botón rojo y ahí marcar un antes y un después, le llega un mensaje. No sabe si abrirlo, si borrarlo, si apagar el móvil y o pensar en haberlo apagado dos minutos antes y no estar pensando en eso.
Pero, y quizás se arrepienta dentro de unos días, lo abre. Sonríe y apaga el móvil.
Y gracias. Pero ahora, apunto de despegar, con el móvil aún en la mano derecha, va a empezar a vivir. Y esta vez solo con lágrimas que sepan a zumo de melocotón.

©Alejandra

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