lunes, 31 de enero de 2011

¡Bienvenidos al país de los amores imposibles!


Aquí todos y cada uno de los habitantes les falta algo. Y precisamente no es la cabeza, para pensar, ni el corazón, para sentir, aunque sería lo lógico.
Les falta algo tan increíble y perfecto que sin ellas no hay sentimientos. No tienen manos. Esas dos piezas perfectas.
Con ellas puedes sentir, acariciar, tapar tus ojos al llorar y tus oídos al oír aquellas cosas que no quieres. Ellas pueden hacerte sentir bien. Y puedes hacer música, magia y escribir lo que piensas, lo que dices, lo que escuchas. Puedes soñar a través de ellas. Puedes descubrir, enseñar. Puedes hacer ciencia y a la vez, daño. Con ellas puedes hacer sufrir, incluso quitar la vida. Y dibujar. Crear.
Por eso es en este país en el que hay amores imposibles. Y no porque no se escriba, ni porque no se haga tanto daño.
Sino porque con las manos se ama. Y aunque ellos no tiene manos para hacer daño, ni para tapar sus odios, ni sus ojos al llorar...
Tampoco tienen manos para amar.

©Alejandra.

martes, 25 de enero de 2011

Después de comer contigo, quiero que nos comamos

Llevo esperando toda la noche a que vengas. Se me ha enfriado la cena, y el postre para dos está gritando a voces sordas que te manches la cara con él. Que manchases la mía después.
Después de esperarte tanto tiempo, ya no tengo ganas de comer, y me he acostado. Pero no estoy dormida, tranquilo.
Llevo 3093 ovejas contadas y parecen que no quieren salir de mi cabeza. Solo saben hacer ruido y no me dejan dormir esta fría noche de finales de enero, tan tarde. O tan temprano.
Estamos esperando a que vengas. Las ovejas, el postre, la cena, mis ganas, el suelo, el sofá, la película, las palomitas, las risas, y yo.
Pero si quieres venir, pero crees que es muy tarde... ven, no me importa la hora. Las ovejas ya se habrán ido, el postre seguirá esperando, la cena la calentamos, y bueno, y si yo estoy dormida, despiértame, no creo que me importe.

©Alejandra.

sábado, 22 de enero de 2011

Cuando él respira, hace literatura.

Te miro, pero tú no estás mirándome.
Empiezas a bailar y cierras los ojos.
Estoy quieta, y sigo cada uno de tus movimientos con la mirada. Subes los brazos y cierras los ojos. Estás haciendo poesía mientras bailas. Te ríes y eso se clava en mi estómago como un verso que acaba en “tú”. Sueñas en una noche que no acaba o, simplemente, piensas en la música, pero en ningún momento miras hacia mí. Te mueves, las luces cambian de color, y una chica se te acerca. Bailas con ella, y no puedo evitar cerrar yo también los ojos. Una masa de gente me arrastra, y subo los brazos. Aún con los ojos cerrados bailo, y no pienso en nada, no quiero pensar en nada. De pronto los abro y estás delante de mí, y lo único que haces es respirar. Respiras y me miras a los ojos, como dos niños de quince años en el instituto.
Pero nosotros tenemos dieciséis, y tú cuando respiras, no sé sin inconscientemente, o quizás queriendo, pero haces la más bonita poesía.

©Alejandra.

Dardos en el estómago

Ojalá todo salga bien y mañana podamos salir a cenar, y seamos felices.
Y si no sale bien, pues bueno no te preocupes, salimos a cenar, y bueno, ya pensaremos algo para eso de ser felices.

©Alejandra.

jueves, 20 de enero de 2011

Aunque se despierte todos los días estornudándole en la cara

Porque, ¿sabéis qué? Le gustan más sus estornudos por la mañana que los besos de cualquier otra persona.

lunes, 17 de enero de 2011

Que te esperen a la salida.


¿Sabes lo que pasa? Que los regalos, las cartas, las flores, los bombones son algo que no quería, necesariamente. En serio, no le gustaba recibirlos muy a menudo. Ella siempre ha pensado de que los sentimientos no se transmiten por eso. Ella era más de un sms a las doce de las noche que dijera: "Buenas noches, cenicienta", o un simple te quiero fuera de contexto, que valía por mil millones de ramos de flores, y más.
Ella prefería eso de que al salir de las clases estuvieras esperándola. ¿Qué gilipollez, eh? Pues se moría porque le esperares cada día. Y ya sabes, poder sin decir nada, decirlo todo.
Porque a eso se resume el amor para ella. A que al salir de clase alguien te esté esperando.
No pedía que estuvieras allí con un ramo de flores, ni un paquete de cigarrillos para dos, ni mucho menos. Con que estuvieras tú, se valía, y le sobraba.
Pero hoy, a la salida, le hubiese encantado salir hasta la puerta sonriendo desde lejos, por haberte visto. Acercarse, hablar un rato, y después despedirse con un beso fugaz en los labios. Pero una vez más, hay mil chicos.
Pero ninguno de ellos eras tú, esperándole a ella.

©Alejandra.

viernes, 14 de enero de 2011

Tras el beso, o al decirse te quiero


En el cine, la mayoría de historias de amor acaban ahí.
Lo mejor de una historia es no contar como sigue, y precisamente esa es la parte más interesante.


"Tu mirada es de fuego y mi cuerpo de cera.
La noche yo, y tu la luna. Yo la cerveza, tú la espuma."

lunes, 10 de enero de 2011

Esto va para ella.


Él es enorme. Tan sumamente grande, que me hacen falta más palabras de las que hoy existen para describirle.
Él tiene los ojos llenos de bromas; y... bueno vale, no es un príncipe azul. Él no lleva corona y se pone calcetines blancos y vaqueros claros. No lleva capa ni espada, pero tampoco le hacen falta.
Bueno, y él siempre aguanta, a eso de fingiendo tener un escudo que le protege de todo... pero qué va.
Vale sí, que tiene una sonrisa preciosa, unos rizos del color del chocolate cuando no tiene leche. Y también las manos suaves.
Él, que sabe querer, hacer reír, cocinar, cantar, bailar, divertirse sin la ayuda de cigarrillos, y dejarse querer, que no es poco.
A él no le hace falta escuchar canciones de amor que le digan lo bonito que es. Él eso ya lo sabe.
Pero un día, por arte de magia, llega una chica dulce, y a la vez demasiado amarga, que hace que él no necesite otro aire que el que se esconde entre su pelo en cada paso que da. Y sin quererlo (y quizás sin beberlo), de un soplido ella lo tira, al suelo.
A él, joder. ¿Quién se ha creído? A él que era tan enorme, y tan grande.
Así que como verás, esto no va para ti. Esta vez para la chica dulce y a la vez amarga... y quizás ácida. Tú, esa chica, que pensarás que los hay mejores;
pero que estás muy equivocada

©Alejandra

viernes, 7 de enero de 2011

¿Que qué le pasa?

Lo que pasa es que siempre ha sido de esas personas que esperan algo que nunca llega. Y ahora, le ha llegado algo que no esperaba.

©Alejandra


miércoles, 5 de enero de 2011

Es el queso de sus macarrones.


Si no estaba con ella la buscaba dentro de un whisky con hielo. Le llamaba, le buscaba. La esperaba en la esquina de su calle, y se hacía el tonto, como si hubiera estado allí a esa hora por casualidad. Iba a la biblioteca los jueves a las tres menos cuarto solo para ver como subía las escaleras, y sonreía. Y los viernes, iba a aquel bar para verla, y bueno, hablaban dos palabras, pero era suficiente. Los sábados hacía lo posible por saber si iba a una fiesta, para él estar con sus amigos, allí.
Le quería. Y hacía todo lo que estaba en sus manos por tenerla, por verla. Y por un lado quería olvidarle, pero por otro, sabía que era la única persona de este jodido mundo que podía hacerle feliz.

©Alejandra.

lunes, 3 de enero de 2011

Tercera mañana de enero. Y tú.


Esta mañana se ha resumido a escuchar canciones, dormir, hablar, estar en el ordenador, echarte de menos y quererte. Y estas dos últimas han ocupado casi el cien por cien de lo que llevo de día.

©Alejandra

sábado, 1 de enero de 2011

Anoche las niñas paseaban sus zapatos


- ¿Y qué pasa si te enamoras?
+ ¿Crees en eso?
- Joder, hablo de "amor" no de "papa Noel"