
Si no estaba con ella la buscaba dentro de un whisky con hielo. Le llamaba, le buscaba. La esperaba en la esquina de su calle, y se hacía el tonto, como si hubiera estado allí a esa hora por casualidad. Iba a la biblioteca los jueves a las tres menos cuarto solo para ver como subía las escaleras, y sonreía. Y los viernes, iba a aquel bar para verla, y bueno, hablaban dos palabras, pero era suficiente. Los sábados hacía lo posible por saber si iba a una fiesta, para él estar con sus amigos, allí.
Le quería. Y hacía todo lo que estaba en sus manos por tenerla, por verla. Y por un lado quería olvidarle, pero por otro, sabía que era la única persona de este jodido mundo que podía hacerle feliz.
©Alejandra.
©Alejandra.
precioso, preciosa
ResponderEliminarNi la mitad que tú:)
ResponderEliminar