
Por la acera de enfrente había un chico en bicicleta que le miraba.
- ¿Tienes prisa? - Le gritó desde el otro lado de la calle.
+ Síííí, tengo que llegar antes de las nueve o no me aceptarán el proyecto.- Guitó, esta vez ella, sin dejar de andar.
- Espera.
Entonces ella se paró, sonriendo. Él se cambió de acera y le sentó en su manillar. Estuvieron todo el camino hablando de cómo se llamaban, si trabajan o estudiaban, que si los lunes eran una mierda, que si estaban deseando que fuera fin de semana... y quedaron en verse esa noche.
Deberíais saber que desde ese día, él convirtió todos sus días en fin de semana.
©Alejandra
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